Resultado del sorteo Láser 200.000.

¿Recordáis este sorteo en el que la International Laser Class Association (ILCA) sorteaba el láser número 200.000?. Pues ya se ha anunciado al ganador, que ha resultado ser el alemán Conrad Rebholz ¡menuda suerte el tío!. No me venía mal a mi, después de haber vendido el arane, poder hacerme con el 200.000, pero bueno, otra vez será.

Se sorteabana también los derechos sobre los números 200.001 a 200.010 en la compra de barcos nuevos, y entre ellos ha salido un español, Pablo Perez de Ascanio Gallego. Así que felicitaciones a los premiados, al resto nos toca seguir soñando, jaja.

Sigo buscando al nuevo Arane, y parce que Láser Performance no para de fabricar barcos nuevos.



¡Adiós Arane!. He vendido mi láser ...

La semana pasada vendí mi barco, el Arane. Se ha ido el que ha sido el coprotagonista de este blog, después de cuatro años de ceñidas echando los hígados, popas al sol con 20 graditos, traveses adrenalínicos y volcadas interesantes. Compañero de viajes por Galicia, España y Portugal, tardes de domingo y escapadas de fin de semana. No sé cuantas millas habré navegado en el Arane, pero han sido todas divertidas, y no siempre se puede decir eso de un barco.

Así que busco un sustituto para él, si queréis presentarme un candidato escribid al email que aparece en la columna derecha del blog.

Una foto del primer día que navegué en Arane, para dejar recuerdo del cómplice de este blog. Espero que el que venga detrás sea tan fotogénico como el 159.426.
¡Adiós Arane!

Traducción: Christmas in the North Sea.

Esto me va a llevar unos días, pero creo que merece la pena. Cárlos Echávarri me ha pasado este artículo sobre una travesía en láser bastante loca, hecha por un laserista que en aquel entonces tenía 18 años. 77 horas en un láser ya es de por sí bastante loco, pero si ademas añadimos hielo, nieve,  frío extremo y niebla el viaje se hace propio de un suicida. ¡Ni se os ocurra intentar esto!.


NAVIDADES EN EL MAR DEL NORTE.

Joachim van Alt Stuttecheim

77 horas en un láser.

Publicamos nuevamente esta historia, no para glorificar esta loca aventura, si no para advertir de los peligros de embarcarse solo y los riesgos a que otros asumen para intentar el rescate. Acometer una travesía de 8 horas sin acompañamiento, en pleno invierno, aun siendo un navegante experto, es en nuestra opinión una locura y un acto de extremo egoísmo. Una travesía así es peligrosa incluso en medio del verano.
A pesar de todo, la historia de supervivencia de Martin es interesante, y muy sabiamente contada por Joachim van Alt Stuttecheim.
No hay duda de que fue espeluznante y de una frivolidad irresponsable, cuando Martin Klawon botó su Láser al agua en Sahlenburg, cerca de Cuxhaven el 22 de diciembre de 1981, uno de los días más fríos del invierno pasado, con la intención de navegar hasta Helgoland, una pequeña isla en el mar del norte, situada aproximadamente a 40 millas al NO de Cuxhaven.
Esta "loca aventura", tal como el propio Martin la describe, resultó en una extensa operación de búsqueda de la Policía Marítima, el Instituto de Salvamento Alemán y otros servicios de rescate. ¿Cómo puede ser posible que alguien pueda sobrevivir en las condiciones más severas?. Este asunto debe resultar familiar a los regatistas que habitualmente navegan en aguas abiertas y ven como 20 o 30 barcos vuelcan por una racha de viento inesperada. Además, cualquier navegante solitario se pregunta repetidamente ¿Qué hacer cuando se navega a la deriva sin que nadie sepa dónde  estamos? ¿Qué ropa nos dará la protección suficiente? ¿Cómo mantenerse caliente? ¿Cómo conseguirlo sin dormir, o sin provisiones?. ¿Puede la experiencia de Martin ayudarnos?.
Martin fue visto por última vez justo antes del día de Navidad por un puesto de vigilancia marítima en Sahlenburg. La policía fue informada de que un chico en un pequeño barco había sido avistado mientras se abria paso a veces empujando, a veces navegando, entre bloques de hielo hasta el mar abierto. Este podría haber sido el último signo de vida del estudiante de 18 años. En primer lugar ¿Porqué intentar este viaje?. Para Martin era un desafío alcanzar Helgoland en un láser, y además así, evitaba el aburrido viaje en el ferry "Seute Dern". Su instinto de navegante le sedujo.
Las habilidades de Martin como navegante.
Martin creció en Helgoland y comenzó a navegar a los 15 años. En 1980, con 17 años, continuó su educación en un gimnasio (nota del traductor: traducido del inglés gymnasium) en Cuxhaven. A pesar de que no podía navegar diariamente, como lo hacía Helgoland, todavía podía hacerlo tres días a la semana, incluso durante el invierno. Durante sus vacaciones solía participar en regatas como la North Sea Week y la Cowes Week. Había estado navegando un "tres cuartos de tonelada" (nota del traductor: barco de crucero llamado así por el desplazamiento aproximado, que competían en el sistema IOR en los años 80) llamado "Jeans" y en el "Champagne", participante en la Admirals Cup. A parte de esto, también participó en varias travesías en mar abierto, en las que él mismo llevaba el timón y tenía que realizar la navegación. Martin ya había navegado en una ocasión en su Láser desde Helgoland a Cuxhaven en el verano de 1981. Hubo de arrastrar su laser para salir de un banco de arena frente a la costa de Cuxhaven, rompiendo el achicador llenando así su barco de agua. Aun entonces, consiguió alcanzar Cuxhaven 8 horas después de su salida desde Helgoland. Después de su primera exitosa travesía Martin había planeado navegar la misma ruta en sentido contrario algún día.

Su equipamiento.

Su barco el "Snorre" de número de vela 49.490 no fue equipado para este viaje a Helgoland con nada especial, sin ningún accesorio extra como por ejemplo un ancla, un remo o herramientas. Su único instrumento era un pequeño compás náutico con escala luminosa. Martin no llevó una carta consigo porque conocía de memoria todas las boyas entre Helgoland y Cuxhaven. No llevó un reloj, y en su lugar conocía exactamente las horas de marea y las de salida y puesta del sol.

Como su primera travesía le había llevado solamente 8 horas, confió en que el cruce no le llevaría seguramente más de 10 horas, así que solamente llevó consigo un poco de fruta seca y algo de pan. Se comió la fruta seca durante el primer día y la noche, y tuvo que tirar el pan durante la primera noche porque estaba completamente empapado en agua salada. No llevó nada para beber. Durante el cuarto día trató de calmar su sed chupando nieve que tomó de uno de los bloques de hielo. Rápidamente abandonó este método, ya que la nieve estaba muy fría y era muy duro conseguir agua de esta manera.
 

Martin vestía un jersey de algodón, calzones largos y un traje húmedo con mangas de 3 mm de espesor. Sobre esto llevaba una chaqueta térmica (nota del traductor: algo parecido a un forro polar, por lo que se ve en la foto), un mono, un traje de aguas y un chaleco inflable. También llevaba un gorro de lana, guantes de neopreno, calcetines y botas de goma. Como se verá más adelante esta ropa no mantuvo sus pies y sus manos lo suficientemente calientes. Como resultado sufrió congelaciones y después del rescate sus manos y pies estuvieron a punto de ser amputados.


El primer día: La batalla a través del hielo.

Martin  partió el 22 de diciembre, aproximadamente a las 9:30 a.m desde la playa de Sahlenburger. El viento soplaba del E, fuerza 3 en la escala de Beaufort, y la temperatura del aire era de 9º C negativos. Arrumbó al 310º en dirección a Helgoland. Al principio navegó por los canales, en los que, al contrario que en el mar de Wadden, no había casi ningún bloque de hielo flotante. Subiendo su orza y balanceando el barco, consiguió hacerse paso a través de hielo de poco espesor y pequeños témpanos. Navegó alrededor de campos de hielo, y cuando no podía evitar un gran bloque se subía con cuidado al hielo y tiraba de su barco sobre él. A pesar de la poca visibilidad todavía pudo ver el faro de la isla Neuwerk cuando la pasó por el sur. Hasta su rescate en el cuarto día, esta fue la última vez que vió tierra.

Contrariamente a lo que esperaba, el hielo comenzó a formarse rápidamente en su ruta, en la zona al sur de Scharhörn, y la situación se volvió bastante peligrosa. El viento amainó y grandes campos de hielo se estaban formando en frente y detrás de él. No había posibilidad de retornar a Cuxhaven. Volver navegando a favor del viento entre los témpanos de hielo habría sido relativamente fácil, pero navegando contra el viento con la orza calada y con un barco de vela ligera que solamente pesa 60 kg no tendría ninguna oportunidad.

En ese momento la búsqueda estaba ya en marcha. Un amigo de Martin, que había cruzado a la Helgoland en el ferry "Saute Deern", y al que él había dado parte de su equipaje, informó a los padres del joven, que a su vez informaron a la policía marítima. La policía lo buscó a lo largo de la costa el 22 de diciembre, y al mismo tiempo los servicios de rescate de Bremen zarparon en el "Wilhelm Kaisen". Debido al mal tiempo y a que la desembocadura del río Elba (nota del traductor: el río Elba desemboca en Cuxhaven) estaba cubierto de témpanos de hielo la búsqueda no tuvo éxito.
Durante la tarde Martin decidió cambiar su rumbo al N para tratar de encontrar la isla de Scharhörn o adentrarse en el canal de navegación del Elba, donde esperaba encontrar menos hielo gracias a la corriente. Debido al viento suave, la técnica del balanceo ya no era efectiva, así que Martin se tumbó en la proa de su barco y remó con sus manos apartando los témpanos de hielo empujándose hacia adelante.  Así fue como sus guantes de goma se rompieron. La situación cambió rápidamente, algunos témpanos se movían con velocidad (2/3 nudos) y otros lo hacían más despacio. Los claros en el hielo empezaron a formarse y  pequeños icebergs de 2 o 3 m de altura, formados por la acumulación de témpanos del mar de Wadden pasaron a su lado. Cuando se atascaba en una capa fina de hielo y tenía una zona libre a proa, lentamente se metía en el agua y remolcaba su Láser nadando de espaldas unos cuantos metros. Durante esa tarde remolcó su Láser de la misma manera dos o tres veces nadando en agua a punto de congelarse. En la bañera, cubierta y casco se formó una gruesa capa de hielo, y aunque la escota de la mayor estaba congelada, todavía corría a través de la polea.


La primera noche: Descansando en un témpano.
Al anochecer Martin avistó una franja libre de hielo justo en frente, y cuando se acercó se dió cuenta de que era un banco de arena, así que para continuar arrastró su barco sobre la arena congelada. Como el viento soplaba a favor, esto no le causó grandes problemas. Hasta media noche Martin arrastró su barco, de acuerdo con sus estimaciones, a lo largo de 1 o 2 km sobre 5 o 6 bancos de arena, después de los cuales, consiguió navegar una pequeña distancia orientándose por la escala luminosa de su compás. 
Pero cuando el hielo volvío a cerrarse ante él, empujó su barco sobre un gran témpano, le dió la vuelta, se ató a la escota y se tumbó en el hielo bajo la vela. Aunque había nadado en aguas congeladas, y la temperatura del aire estaba bajo cero, no había sentido el frio demasiado durante el día, por que había estado constantemente en movimiento. Pero ahora, por la noche, empezó a temblar dentro de su ropa empapada. Aquella noche en el témpano Martin no pudo descansar, comenzó a culparse a sí mismo por haber acometido esa aventura, y a pensar en sus padres, hermanas y amigos preguntándose si alguien lo estaría buscando. Mientras tanto, el sonido aterrador del hielo al romperse y los graznidos de las gaviotas le rodeaban.
Después de 3 horas, decidió continuar nuevamente, y lanzó su barco al agua. El viento había refrescado hasta fuerza 3 - 4 en la escala Beaufort, no podía ver ni una estrella ni una nube, y únicamente podía orientarse por las cifras luminosas de su compás. En la profunda oscuridad de la noche, solo podía ver los témpanos de hielo en el último segundo antes de golpear su proa, así que de vez en cuando su barco chocaba con un témpano, acompañado de un tremendo crujido. A pesar de la tremendas cargas sufridas por el barco, éste no sufrió apenas ningún daño. Volcó varias veces tratando de evitar los témpanos, y para evitar perder el barco se ató la escota al chaleco. A las 4 o 5 de la mañana navegaba en el canal de entrada al Elba, y dos cargueros pasaron a corta distancia, pero como navegaba en agua libre de hielo, no consideró la situación como una emergencia y no intentó llamar su atención.

Dia 2: Sin rastro de Helgoland.
Al amanecer decidió arrumbar a Helgoland otra vez, navegando con el viento de fuerza 3 o 4 por la popa escrutando el horizonte en busca de la isla en vano. Empezó a dudar si la deriva lo pudiese haber llevado demasiado al N, y por eso ahora al arrumbar al NO no encontrase la isla a la vista. Era el medio día del segundo día, con la visibilidad reduciéndose por momentos, cuando desistió en la búsqueda y se dirigió nuevamente al continente. Navegó de vuelta contra olas de 1 a 1,5 m de altura, y cuanto más se acercaba a tierra, más se calmaba el mar. Al atardecer, después de 7 horas aproximadamente Martin volvió a vérselas con el hielo. Como el viento se volvió variable, asumió que estaba cerca de tierra, pero con el tiempo que estaba teniendo tampoco podía confiar mucho en ese dato. Tal como se estimaría más tarde en la reconstrucción de los hechos, se encontraba frente a la isla de Amrum. A pesar del buen viento, y después de varios intentos, tubo que abandonar la intención de atravesar el hielo, y usando nuevamente la técnica del balanceo volvió navegando con el viento en la popa y sin problemas, hacia las aguas libres del Mar del Norte.
Al final del segundo día, los servicios de rescate apenas tenían esperanzas de encontrar a Martin. Llevaba 30 horas en el mar, y la temperatura diurna no había superado los 0ºC. La embarcación de rescate "Arwed Emminghaus" trabajando junto al "Wilhelm Kaisen" buscaron en vano en la desembocadura del Elba. Un helicóptero de la policía, que había despegado por la mañana desde Hamburgo, tuvo que renunciar a la búsqueda en Cuxhaven debido al riesgo de formación de hielo en las aspas de su rotor. 


La segunda noche: La noche de la volcada.
Estando en aguas abiertas otra vez, Martin decidió poner rumbo S, hacia la desembocadura del Elba. Durante la noche cerrada, controlaba el rumbo mirando de vez en cuando las cifras de su compás, que se volvieron difíciles de distinguir.  Trató de navegar lo más rápido posible, y durante esa noche recorrió entera la costa de Schleswig Holsteins (aproximadamente 45 millas). Con frecuencia, se encontraba tan cansado que se dormía, y tan pronto como esto sucedía el barco escoraba a barlovento y se veía arrastrado por el agua o, incluso peor, volcado a barlovento. En total, tuvo que adrizar 5 o 6 veces su barco aquella noche, perdiendo más y más energía en cada vuelco, especialmente cuando caía al agua. Cuando esto ocurría, tenía que agarrarse al barco, deshacer los nudos de la escota que estaba atada a su chaleco, adrizar el barco tirando de la orza y subir al barco con la ropa empapada. A pesar de todo, cuando Martin volcaba, el pánico no le invadía, estaba demasiado cansado para pensar en su situación desesperada.
 
El tercer día: Nuevo rumbo hacia Helgoland.
Durante la mañana del tercer día la visibilidad mejoró, pero todavía no había tierra a la vista. Martin navegó más al S y sus esperanzas renacieron cuando avistó la boya número 4 del Elba durante la tarde. Como él ya sabía esta boya estaba situada solamente a 15 millas de Helgoland, así que decidió arrumbar a la isla nuevamente. Pero poco después la niebla apareció y el viento amainó hasta desaparecer. Debido a la encalmada, Martin fue arrastrado por la corriente que lo desplazó bastante hacia el N. 


La tercera noche: La noche del sacrificio.
Con buena visibilidad se puede ver el faro de Helgoland desde Cuxhaven, pero durante la tercera noche, la luz del faro solo podía penetrar unos cuantos cientos de metros en la espesa niebla. Es por esto que Martin no pudo haberla visto, a pesar de estar solamente a unas millas de la costa de Helgoland. En un momento dado, dos barcos de pesca pasaron a un tiro de piedra, pero no estaba claro si se dirigían a Helgoland o salían a faenar. Hacia la media noche Martin estaba convencido de que había fallado nuevamente en su intento de llegar a Helgoland, su moral estaba por los suelos, y estaba hambriento y sediento. Ya no podía soportarlo más, sentía calambres por todo su cuerpo y sus pies y manos estaban rígidos por el frío. Flotó a la deriva varias horas en la espesa niebla en silencioso y calmado Mar del Norte. Intentando descansar, se tumbó en la bañera con sus piernas apoyadas en la popa. Luego se arrodilló en la bañera y trató de acomodarse apoyado en la caja de la orza y la cubierta de proa. Es muy probable que la naturaleza incómoda del Láser impidiese que Martin callese en un profundo sueño, salvándolo así de una muerte segura por congelación. A pesar de estar exausto, estaba tan incómodo que solo pudo dormir por breves periodos de tiempo.


El cuarto día: El rescate.
Cuando bien entrada la noche, el viento refrescó hasta fuerza 2 o 3, Martin se dirigió hacia el E. Después de horas de navegación avistó sobre las 11:00 la boya de Schmaltief y aunque no conocía esa boya, su espíritu renació. Sobre las 14:00 horas, las marcas del canal de entrada a St Peter-Ording aparecieron a la vista. Martin tuvo que navegar entonces sobre un poco de hielo fino y finalmente el 25 de Diciembre, hacia las 14:30 horas pisó tierra, 77 horas después de haber partido desde Cuxhaven, habiendo navegado aproximadamente 200 millas. Ayudado por una persona que se encontraba en lugar, varó en la playa, desmontó el aparejo, le dió la vuelta al barco y caminó un kilómetro acompañado hasta la casa más cercana.


Aquí termina el artículo. Me llama la atención el comentario a cerca de la incomodidad de la bañera del láser y de como esto le salvó la vida al bueno de Martin. Ya me parecía a mi que el tener que ir tan encogido los días de poco viento en esa bañera enana tenía que tener alguna razón detrás. :)


Investigando un poco se puede encontrar más información. No sé si será el mismo Martin Klawon, pero aparece en varias clasificaciones de la ILCA, en el circuito Laser Máster, y no es torpe, por lo que se puede ver.

Reparaciones en el Arane: Nueva rosca para tornillos tirafondo

Hace un mes o así he estado reparando el puente de la pata de gallo que se había roto. Aunque tenía un repuesto para el puente, los tirafondos que lo aseguran al casco estaban algo flojos. Con el tiempo, la parte de la cubierta en la que agarran los tirafondos se ha ido gastando y la rosca de los tornillos ya no agarraba lo suficiente. Uno de los tornillos se salió un poco, doblándose al tensar la pata de gallo, con lo que toda la carga pasó a soportarla el puente de plástico que se partió enseguida arruinándome una tarde de viento. Romper algo mientras entrenas o navegas no es problema, pero si esto ocurre durante una regata ya fastidia bastante más. ¿Verdad Pedro?.

Los agujeros un poco abiertos de más.
Para reparar esta pequeña avería he decidido usar masilla epoxi de dos componentes, rellenaré los agujeros para volver a taladrar un orificio de menor diámetro que los tirafondos, de manera que éstos creen una nueva rosca al volver a ser atorrnillados. Los dos agujeros han de ser rellenados con la masilla, pero ojo, por que uno de ellos da directamente al interior del casco y el otro atraviesa la regala. Si nos pusiésemos a rellenar los agujeros si colocar nada que "tape" la salida de la masilla, nunca sabríamos si el agujero está totalmente lleno o simplemente la masilla está cayendo dentro del casco.

Para evitar esto tenemos que tapar la parte inferior del agujero. En el orificio de la regala es fácil, basta con colocar un poco de cinta adhesiva por debajo.

Agujero en la regala para el puente de la pata de gallo
Pero en el agujero que da al interior del casco es un poco más complicado. Una forma de hacer un tope es usando un hilo de coser al que anudamos un poco de gasa o papel en un extremo. Se introduce el papel con el hilo por el agujero hasta que todo el tope está dentro del casco, y luego se tira del hilo, haciendo que el tope quede en su sitio.

Para introducir la masilla de dos componentes en el agujero, yo utilicé una jeringuilla de boca ancha, de las que se compran en cualquier farmacia. Lo importante es que la boca tenga el diámetro suficientemente  grande para que la masilla pueda fluir, y sea de menor diámetro que el agujero que queramos reparar. No hace falta comlicarse mucho.

El agujero que da al interior del casco ya tiene su tope colgando del hilo. Este tope impide que la masilla caiga dentro del casco.
Lo siguiente es meclar los dos componentes de la masilla e introducirlos en la jeringuilla. A la hora de masillar los agujeros hay que procurar que la masilla empiece a depositarse en el fondo de los mismos. De esta manera nos aseguramos de que rellenamos todo el agujero y la nueva rosca que hará el tirafondo agarrará mejor. Una vez rellenos los agujeros dejamos que se cure la masilla, cuanto mas tiempo mejor, pero con dos días debería valer.

Taladrar los nuevos agujeros es fácil. Únicamente hay que tener en cuenta que la broca que utilicemos tiene que tener un diámetro menor que el del tornillo tirafondo que vamos a colocar. Una vez taladrados colocamos el puente y los nuevos tornillos.

El tornillo que asoma por debajo de la regala tiene un tope de plástico negro. Hay que volver a colocarlo, y en algunos casos pegarlo, por que simplemente va roscado al tirafondo.

Nota: Las manchas de masilla epoxi en la ropa no salen ni a tiros, no os pongáis vuestra camiseta preferida para hacer las reparaciones....

Campeonato gallego de láser. Aguete 3 a 6 de junio.

Este fin de semana he estado navegando por la ría de Pontevedra, en el Campeonato Galego de Láser, organizado por el Real Club de Mar de Aguete del 3 al 6 de junio. Aguete es un club con un puerto pequeñito, pegado a la playa del mismo nombre, en la orilla sur de la Ría de Pontevedra. Carlos Villar Freire cargó él solo con todo el peso de la organización y creo que puedo adivinar todo el tiempo y trabajo que lleva organizar todo un campeonato, así que ¡¡Gracias Cárlos!!

El campeonato consistió en tres días de pruebas, viernes (tarde) sábado y domingo. En general poco viento durante las pruebas, salvo en la segunda manga del sábado, después de la cual el comité nos mandó a tierra por una tormenta eléctrica que se veía hacia el interior de la ría. Siempre que volvíamos a tierra el viento se decidía a saltar, y da mucha rabia recoger mientras estás viendo un viento ideal para navegar, pero los horarios están para cumplirlos. El domingo se decidió adelantar la salida a las 10, para intentar aprovechar el térmico, pero duró muy poco

En esta regata estrené mi nueva vela standard, así que las esperanzas eran muchas. Las velas nuevas siempre dan buena sensación, y por lo menos para la parte mental de las regatas ya es bueno, sepas o no sepas usar las ventajas que da una vela nueva.

En la primera prueba del viernes había muy poco viento, empecé con ganas y me dí cuenta de que la salida estába un pelín favorecida por la boya, así que decidí ser agresivo y me puse el primero en la línea de barcos que caminábamos hacia la boya en el último minuto. Conseguí frenarlos y defender mi posición arribando cuando alguien intentaba ganar mi sotavento, y cuando quedaban 20 segundos estaba bien colocado para salir por la boya, a unos 30 m. En los últimos 10 s Nacho Ruperez, consiguió comprometerse por sotavento, y empezó a pedirme que orzase. Resultado, fuera de línea y 9º.

El sábado dos pruebas, la primera con poco viento, elijo el medio de la línea para salir con viento limpio y algo de presión, justo pegado a Mario Morillo, pero el comité izó llamada individual y yo tuve mis dudas de si estaba fuera o no, así que decidí retornar. La primera ceñida pasé barlovento de tercero por la cola, pero en la popa remonté un par de puestos. En la siguiente ceñida decido ir por el centro izquierda, donde parecía que había más viento, pero resulta que hubo role a derechas, y Cástor Rodríguez, que había virado justo detrás mía en sotavento se puso tercero en la boya de barlovento, dándonos a todos en las narices, ¡bravo Cástor!. Al final consigo un 12.

En la segunda prueba del sábado tuvimos más viento, alrededor de 12-14 nudos, ideal para mi. Salgo por el lado derecho de la línea justo debajo de un fuera de línea que me deja viento limpio y colgando a tope empiezo a disfrutar. La vela nueva funciona y consigo ceñir con buen ángulo a pesar de la ola de viento. Los primeros de la clasificación se han ido al lado derecho del campo, así que decido virar y navegar a ese lado, siguiendo los roles que parece que me acompañan y llego a la boya de barlovento amurado a estribor, por el interior de Luis Quintela y Serafím Gonçalves. En la popa no consigo enganchar bien las olas, y eso que son la ideales para mi, Luis y Serafim me pasan a media popa. Viro en sotavento y mi peso comienza a darme ventaja otra vez, remonto hasta alcanzar otra vez a Luis, pero en un babor - estribor con Ricardo Massián (tenía que haberle pedido que se penalizara, toma nota Sir!) pierdo dos esloras de barlovento cuando estaba en la layline de estribor. Luis Quintela y Nacho Rupérez me pasan antes de virar barlovento. Así que en la popa me encuentro con mis dos rivales de siempre Ricardo Massián y Oscar Seoane, duelo de desventes y planeos en tres esloras, que al final me ganan Óscar y Ricardo. Para rematar Jaime Acebal se me cuela por sotavento en el último largo, consigo un 11 en una prueba con viento para mi.

Al final de la segunda prueba, con un viento estable del SW, una tormenta eléctrica bastante lejana, a sotavento y tierra a dentro, obligó al comité a enviarnos a tierra, muy a mi pesar.

El sábado tuvimos la asamblea de la clase y elegimos un nuevo secretario, Mario Morillo, que toma el relevo de Beatriz Lence, y junto con la nueva delegada de la clase Laser en Galicia, Pilar Massa se encargarán de llevar la clase hacia donde entre todos querramos ir. GRACIAS MARIO POR ASUMIR EL RETO.

El domingo decidimos delantar la salida a las 10 de la mañana para aprovechar el térmico. Salida con un NE de 10 nudos y parece que en la ceñida la derecha es el lado a elegir, pero el viento va bajando poco a poco. Tomar referencias en tierra para los roles es un placer por que las vistas son espectaculares, el sol reflejado en el agua, con los árboles llegando a la orilla entre playas pequeñas a primera hora de la mañana, ... precioso. Pero volviendo a la regata paso la boya de barlovento sexto, Luis Quintela me pasa en la popa. Durante la segunda ceñida me lío virando con Oscar Seoane y consigo que no me pase, Nacho Rupérez aprovecha los roles y se me cuela en barlovento. Viro barlovento 9, mientras el viento cae más aun durante la popa. En el largo hacia meta adelanto a Serafim Gonçalves y consigo un 8.

Después de dos horas de encalmada, algo de SW comienza a soplar, mientras una manada de delfines nos visita. Uno de ellos (tan grande como el láser) se coloca bajo mi orza y se gira para ponerse de lado y mirarme. No sé bien quien está observando a quien, pero es impresionante ver a estos animales a menos de un metro.

El SW se entabla y se da una salida. Todos van hacia la izquierda, al ser probablemente, la última manga del campeonato hay mucho marcaje que no sigue la lógica del viento, así que decido virar hacia una zona con más presión, cuando vuelvo a bordo anterior me veo cortando las proas de los que venían de la izquierda, así que la cosa va bien. Nacho Rupérez, que había salido fuera de línea fue el único que navegó hacia la derecha, lejos de todos los demás. Aprovechando las zonas con más viento paso la boya en 6ª posición, después de que Nacho Rupérez virase primero. En la popa las cosas se comprimen y el paso por sotavento es apretado. Todo el mundo vuelve a virar a la izquierda, pero yo aguanto un poco más antes de virar, y me va bien, por que recorto dos posiciones. En barlovento llego amurado a babor a la boya y me encuentro ¡cuarto!, con Luis Quintela detrás, que no es capaz de alcanzarme durante la popa. En el largo final hacia la boya se acerca bastante, y me aprieta, pero esta vez ya no dejo escapar el puesto y entro 4 en la meta. Mi mejor resultado del campeonato en una prueba con un máximo de viento de 6 nudos.

Al final un fin de semana que se esperaba con bastante viento resultó suave. Cárlos Echávarri vuelve a ser Campeón Gallego, descartando únicamente un 2º puesto, delante de Mario Morillo, el campeón de 2010 y Luis Quintela el "tapao" que navegó muy fino. Felicidades a los campeones. El laserista torpe en su línea, 10 de 15 pero he aprendido un par de cosillas que tengo que practicar, (¡Gracias Manu Millán!).




Clasificaciones del Campeonato Gallego de Láser 2011, categoría Standard.



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